Memento (2000) de Christopher Nolan

La Crítica: Memento (2000) de Christopher Nolan.




Cuando vimos Memento con aquel desconocido director Cristopher Nolan, ya supimos que sus siguientes trabajos prometerían, y digo si prometieron...




Sin lugar a dudas nos hallamos ante una de las películas más
extrañas de aquella época. Extraña forma de narrar,
extraño tema, extrañas situaciones. Son precisamente esas rarezas,
llevadas con maestría y talento, las que convierten a "Memento" en una película extraordinaria y, paradójicamente,
inolvidable.




El
punto de arranque es una curiosa y grave enfermedad cerebral denominada "pérdida
de memoria reciente". Este mal, consiste en el desvanecimiento continuo de los
recuerdos cercanos en el tiempo. Parece algo de ciencia-ficción, pero es una
patología real que por suerte se da sólo de forma excepcional entre la
población. Ya en una película-también espléndida- de hace dos años,
"Wintersleepers", se tocaba secundariamente este tema, y se nos ponían los pelos
de punta al imaginarnos el tipo de vida que puede llevar una persona aquejada
por esta dolencia. No sólo se desvanecen los recuerdos, sino que la propia
persona puede llegar a difuminarse, puede llegar a perder su
identidad.












En
"Memento", Guy Pearce encarna a un hombre afectado por este problema. Su
tragedia queda además acentuada por una trama sórdida (al más puro estilo del
cine negro), y un uso magistral de la temporalidad nunca antes visto por el que
esto escribe. El director, Christopher Nolan compone un
rompecabezas siniestro que exige un esfuerzo intelectual constante para ser
entendido.




El
espectador se ve obligado a hacer un uso continuo de su memoria para ir
encajando las piezas, es un esfuerzo incómodo que provoca inquietud y ansiedad.
El objetivo es acceder a la memoria perdida de ese personaje desmemoriado. Con
tal estrategia este joven realizador nos introduce de lleno en la historia;
además, al tener que recurrir con fastidio a nuestra
memoria, nos identificamos en parte con la angustia vital del protagonista,
angustia que deja en paños menores a la del amnésico Gregory Peck en "Recuerda"
de Hitchcock.






Escenas como la del portazo de la
prostituta o la discusión con Carrie-Anne Moss alcanzan las cimas más altas del
dramatismo, por no hablar del sorprendente y terrorífico final en el que se
desvela de quién es realmente una marioneta el protagonista. En esta
historia el sufrimiento es distinto e insólito, y a veces parece alcanzar más al
observador que al propio enfermo. ¿Acaso podemos conseguir en algún momento
meternos en la piel de ese individuo?





En
definitiva, Nolan creó a sus 29 años una obra maestra,
hecho asombroso en nuestros días y que nos llena de satisfacción. Además el paso del tiempo nos ha dado un director inigualable que se supera con cada película.





Por
cierto ,la película tiene moraleja: sólo necesitamos, aquellos recuerdos que nos
sirven para poder mirar hacia el futuro.







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